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LAS INVESTIGACIONES SOBRE LAS TRANSICIONES EN LA PRIMERA INFANCIA: ANALISIS DE NOCIONES, TEORÍAS Y PRÁCTICAS

 

Introducción

 

  • Actualmente se reconoce que las transiciones revisten vital importancia para las experiencias y el bienestar de los niños pequeños, además de constituir un poderoso marco unificador para la investigación.

  • El propósito del análisis es ayudar a la Fundación Bernard van Leer y a sus organizaciones contra­parte para promover la realización universal de los derechos del niño de maneras sensibles a las diferencias culturales.

  • Entendemos por “primera infancia” el período comprendido desde el nacimiento hasta los ocho años de edad (Comité de los Derechos del Niño, 2005: 4).

  • La investigación y la elaboración de políticas rela­cionadas con las transiciones en los primeros años son particularmente importantes para la realización de los derechos de los niños peque­ños, puesto que esta etapa de la vida es universal­mente reconocida como un período de cambios acelerados e intensos, que por lo general abarcan múltiples transiciones evolutivas, sociales e institucio­nales.

  • las transiciones son los acontecimientos y/o procesos clave que ocurren en períodos o coyunturas específicos a lo largo del curso de la vida.

  • Las transiciones verticales pueden ser concebidas como cambios clave de un estado o condición a otro, frecuentemente unidos a desplazamientos “hacia arriba” (p. ej., del jardín de infancia a la escuela primaria; de ésta a la secundaria, etc.).

  • Los “procesos de transición paralelos a la educación” (Fabian y Dunlop, 2007: 11), son aquellos cambios menos formales que se produ­cen en la vida y la rutina de los niños fuera de los entornos institucionales.

  • La investigación sobre las transiciones sigue concentrándose en buena medida en las institu­ciones educativas modernas de Europa, Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, ocasionando vacíos considerables en las investigaciones sobre las prácticas relacionadas con las transiciones en contextos menos industrializados.

  • “La teoría y las pruebas procedentes de la investigación sobre la primera infancia tienen mucho que aportar al desarrollo de políticas y prácticas, así como a la supervisión y eva­luación de iniciativas y la educación y capaci­tación de todas las personas responsables del bienestar de los niños pequeños.” (CDNNU y otros, 2007: 60).

 

Capítulo 1: Desarrollo y transición

Las etapas evolutivas como transiciones

 

  • el desarrollo infantil temprano es concebido como un proceso natural y universal de transformacio­nes progresivas (o etapas) en las competencias físicas, mentales, cognitivas, socioemocionales y morales de los niños.

  • La implicación de ver el desarrollo del niño como una serie de transformaciones psicológicas pro­gresivas, pasando de una etapa a la siguiente, de la infancia a la madurez, es que estas fases se con­vierten en puntos de referencia de vital impor­tancia para toda discusión en la que se elija el momento máximamente oportuno para las tran­siciones, por ejemplo del hogar al preescolar o de un currículo flexible a otro más formal.

  • La preparación para el aprendizaje, concepto pro­pugnado por los partidarios de la teoría evolutiva, era definida como el nivel de desarrollo alcan­zado, en el cual un individuo tiene la capacidad de emprender el aprendizaje de conocimientos específicos

  • Una de las princi­pales áreas en las que se ha concentrado la crí­tica tiene que ver con la colocación teórica de los niños como “devenires” humanos más que como “seres” humanos (en inglés “human becomings” y “human beings” respectivamente), o, para decirlo con otras palabras, como participantes competentes y activos de la sociedad ya desde que nacen (resumido por Uprichard, 2008).

 

Las transiciones como procesos de aprendizaje sociocultural

 

  • El aprendizaje sociocultural tiene que ver con las diversas maneras en que los cuidadores y las comunidades permiten que los niños lleguen a adquirir y dominar un comportamiento admi­tido y apreciado por su ámbito cultural.

  • La teoría Vygotskiana rompe con la psicología evolutiva tradicional al concentrar la atención en la importancia de la interac­ción social. Pone énfasis en la actividad, más que en el individuo, como unidad básica de análisis.

  • La psicología socio­cultural Vygotskiana tiene la ventaja de reco­nocer que todos los aspectos de la infancia son modelados por los procesos sociales, culturales y económicos.

  • Vygotsky veía a los niños como agentes activos dentro de su propio ambiente, capaces de interactuar con el mundo que los rodea

  • La transición entre el aprendi­zaje y el desarrollo se produce en la denominada “zona de desarrollo próximo” (Vygotsky, 1978), que consiste en la distancia que existe entre la tarea más difícil que un niño es capaz de ejecu­tar sin que lo ayuden y la tarea más difícil que puede ejecutar con ayuda.

  •  

Las transiciones pueden ser interpretadas como momentos clave dentro del proceso de apren­dizaje sociocultural mediante el cual los niños modifican su conducta en función de los nuevos conocimientos adquiridos a través de la interac­ción social con su entorno.

 

El nicho evolutivo

 

  • El enfoque basado en los “nichos evolutivos” ha sido aplicado sobre todo en el estudio de las prácticas de crianza durante la primera infan­cia en relación con las creencias y costumbres locales, que podría ilustrarse con el ejemplo de la investigación de Le Vine sobre la población gusii de Kenia (Le Vine y otros, 1994).

 

Participación guiada

 

  • La noción de “participación guiada” pone énfasis tanto en la implicación activa de los niños en su propio mundo social como igualmente en el rol de los adultos y los compañeros en la orientación de los niños hacia una intervención intensa en actividades provechosas dentro de su ámbito cul­tural.

 

Influencias intergeneracionales en las transiciones

 

  • Las influencias intergeneracio­nales abarcan mucho más que los cuidadores biológicos y pueden derivar de las interacciones culturales de los niños con sus padres, abuelos, tías y tíos, maestros, vecinos, autoridades reli­giosas y otros adultos. Los adultos con quienes los niños transcurren la mayor parte del tiempo y/o aquellos que ellos mismos han elegido como “modelos de actuación” (o como “modelos de contra-actuación”) pueden tener mayor impacto en las orientaciones y transiciones de los niños; y las personas con quienes transcurren la mayor parte del tiempo (en el hogar, en contextos insti­tucionales, en sus juegos, etc.) pueden variar a lo largo de la infancia.

 

 

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