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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL DE LOS NIÑOS

 

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL: UNA NUEVA FORMA DE EDUCAR A LOS HIJOS

 

¿QUÉ ES LA INTELIGENCIA EMOCIONAL? 

 

El término “inteligencia emocional” fue utilizado por primera vez en 1990 por los psicólogos Peter Salovey de la Universidad de Harvard y John Mayer de la Universidad de New Hampshire.  Se lo empleó para describir las cualidades emocionales que parecen tener importancia para el éxito.  Estas pueden incluir: 

La empatía.

La expresión y comprensión de los sentimientos.

El control de nuestro genio.

La independencia.

La capacidad de adaptación.

La simpatía.

La capacidad de resolver los problemas en forma interpersonal.

La persistencia.

La cordialidad.

La amabilidad.

El respeto.

 

El entusiasmo respecto del concepto de inteligencia emocional comienza a partir de sus consecuencias para la crianza y educación de los niños, pero se extiende al lugar de trabajo y prácticamente a todas las relaciones y los emprendimientos humanos.

Pero ya no nos podemos permitir el lujo de criar y educar a nuestros hijos basándonos meramente en la intuición o en “la aplicación correcta de una política”. Tal como ocurre en medicina o en otras ciencias “difíciles” debemos recurrir a un cuerpo de conocimientos para tomar decisiones bien informadas que afectarán el bienestar cotidiano de nuestros hijos.

 

 

 

CE FRENTE A CI

 

Se considera que el “factor de inteligencia general” derivado de estas escalas – lo que se denomina CI – es extremadamente estable después de que un niño cumple los seis años y suele relacionarse con los otros test de aptitud tales como las pruebas de admisión universitaria. 

 

El significado del CE resulta más confuso.  Salovey y Mayer fueron los primeros en definir la inteligencia emocional como “un subconjunto de la inteligencia social que comprende la capacidad de controlar los sentimientos y emociones propios así como los de los demás, de discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones”.

 

UN CI ELEVADO, PERO UN CE BAJO

 

 

En estudios recientes se indica que nuestra tarea orientada a volver más inteligentes a nuestros niños ha obtenido resultados sin precedentes, o por lo menos se observa que se desempeñan mejor en los tests de CI estandarizados. De acuerdo con James R. Flynn, un académico en filosofía política de la Universidad de Otago, Nueva Zelanda, el CI ha aumentado veinte puntos desde que fue medido por primera vez a principios de este siglo

 

Sin embargo si medimos el CE a través de la salud mental y otras estadísticas sociológicas, podemos observar que, de muchas maneras, los niños de hoy están mucho pero que los de las generaciones anteriores.

 

 

El Children’s Defense Fund (Fondo de defensa para los niños), un grupo sin fines de lucro para la defensa de los niños, ofrece el siguiente perfil de un día en la vida de la juventud estadounidense. Cada día:

 

• 3 menores de veinticinco años mueren por infección del VIH y 25 resultan infectados.

• 6 niños cometen suicidio.

• 342 menores de dieciocho años son arrestados por delitos violentos.

• 1407 bebés naces de madres adolescentes.

• 2833 niños abandonan la escuela.

• 6042 niños son arrestados.

• 135.000 niños llevan armas a la escuela.

 

UNA NUEVA FORMA DE CRIAR A LOS NIÑOS      

 

Muchos profesionales en ciencias sociales creen que los problemas de los niños de  hoy pueden explicarse por los cambios complejos que se han producido en las pautas sociales en los últimos cuarenta años, incluyendo el aumento del porcentaje de divorcios, la influencia penetrante y negativa de la televisión y los medios de comunicación, la falta de respeto hacia las escuelas como fuente de autoridad, y el tiempo cada vez más reducido que los padres le dedican a sus hijos.

 

 

La neuroanatomía de las emociones

 

  • Los científicos hablan a menudo de la parte pensante del cerebro – la corteza (a veces llamada neo corteza) – como algo distinto de la parte emocional del cerebro – el sistema límbico – pero en realidad, lo que define la inteligencia emocional es la relación entre estas dos áreas.

  • La corteza, literalmente la “capa pensante del cerebro”, nos ha colocado en la cima de la escala evolutiva.

  • El sistema límbico, frecuentemente mencionado como la parte emocional del cerebro, se encuentra alojado profundamente dentro de los hemisferios cerebrales y tiene la responsabilidad primaria de regular nuestras emociones e impulsos.  El sistema límbico incluye el hipocampo, donde se produce el aprendizaje emocional y donde se almacenan los recuerdos emocionales, la amígdala, considerada el centro de control emocional del cerebro, y varias otras estructuras.

 

LA NEUROANATOMÍA Y LA FUNCIÓN PATERNA

 

 

Según las teorías de Kagan, el temperamento de un niño refleja un sistema de circuitos emocionales innatos específicos en el cerebro, un esquema de su expresión emocional presente y futura, y de su comportamiento.

 

Según Kagan, un niño tímido nace con una amígdala fácilmente excitable, posiblemente debido a una predisposición heredada para tener niveles elevados de norepinefrina u otras sustancias químicas que sobre-estimulan este centro de control del cerebro emocional.

 

 

IR AL CONTRAPELO

 

Enseñarles a los niños a comprender el significado de la postura, las expresiones faciales, el tono de voz y otro tipo de lenguaje corporal, resultará un medio mucho más efectivo para mejorar la comprensión de sus emociones y las de los demás.

 

 

UNA COMPRENSION DEL CE QUE TIENE EN CUENTA EL DESARROLLO

 

La comprensión de que el esfuerzo puede compensar la capacidad se vuelve un factor crítico en los niños entre la edad de ocho y doce años, y puede ser uno de los ingredientes claves en la crianza de los niños capaces de persistir frente a las dificultades.  Si anticipamos este cambio en el desarrollo y recompensamos los esfuerzos de los pequeños, además de sus logros, desde el momento en que ingresan por primera vez a la escuela, tendrán más probabilidades de adquirir buenos hábitos de estudio y otras capacidades relacionadas con el trabajo.

 

 

COMO CONVERTIRSE EN UN PADRE CON UN CE ELEVADO

 

 

Los investigadores que estudian cómo reaccionan los padres con sus hijos han descubierto que existen tres estilos generales de ser padres: el autoritario, el permisivo y el autorizado.

 

 

Los padres autoritarios establecen normas estrictas y esperan que sean obedecidas. Creen que los niños deberían ser “mantenidos en su lugar”, y los desalientan a expresar sus opiniones. Los padres autoritarios tratan de dirigir un hogar sobre la base de la estructura y la tradición, aunque en muchos casos su énfasis en el orden y el control se vuelve una carga para el niño.

 

 

El padre permisivo, por otra parte, busca mostrar la mayor aceptación y transmitir el mayor aliento posible, pero tiende a ser muy pasivo cuando se trata de fijar límites o de responder a la desobediencia. Los padres permisivos no imponen exigencias fuertes y ni siquiera tienen metas muy claras para sus hijos, creyendo que se les debería permitir un desarrollo conforme a sus inclinaciones naturales.

 

Los padres autorizados, contrariamente a los padres autoritarios y a los permisivos, logran equilibrar límites claros con un ambiente estimulante en el hogar. Ofrecen una orientación, pero no ejercen control; dan explicaciones para lo que hacen permitiendo al mismo tiempo que los niños contribuyan en la toma de decisiones importantes. Los padres autorizados valoran la independencia de sus hijos pero los comprometen con criterios elevados de responsabilidad hacia la familia, los pares y la comunidad.

 

COMO DESARROLLAR UNA ATENCIÓN POSITIVA

 

Atención positiva significa brindar a los niños aliento y apoyo emocional en forma tal que resulten claramente reconocidos por el niño. Este tipo de cuidado es algo más que un elogio por una buena calificación obtenida en una prueba, o un abrazo y un beso de buenas noches. Implica una participación activa en la vida emocional de su hijo.

 

Una tendencia creciente entre los terapeutas infantiles es entrenar a los padres a participar en la terapia de juego de sus hijos, poniendo el acento en la aceptación y la consideración positiva.

 

 

Según Barkley, los principios generales del “tiempo especial” incluyen:

 

1.Elogie a su hijo por las conductas adecuadas (por ejemplo, “¡Qué torre enorme estás construyendo!” pero sea preciso, sincero y evite la adulación excesiva.

2. Demuestre interés por lo que su hijo está haciendo, participando en la actividad, describiendo lo que ve y reflejando sus sentimientos cuando sea posible (por ejemplo, “Parece que realmente te gusta que esos dos tipos luchen entre sí. Pero no pareces enojado, por lo que supongo que te diviertes luchando”).

3. No haga preguntas ni dé órdenes. Su trabajo es observar y reflejar lo que usted ve, no controlar o guiar.

 

 

 

Aunque existen cientos de libros sobre la manera de disciplinar mejor a sus hijos, la disciplina efectiva se reduce realmente a unos pocos principios y estrategias:

 

1. Establezca reglas y límites claros y aténgase a ellos. Si puede, escríbalos y fíjelos sobre la pared.

 

2. Déle a su hijo advertencias y señales cuando comienza a comportarse mal. Es la mejor manera de enseñarle el autocontrol.

 

3. Defina el comportamiento positivo reforzando la buena conducta con elogios y afecto e ignorando la conducta que sólo apunta a llamar la atención.

 

4. Eduque a su hijo conforme a sus expectativas. En general, los padres no emplean el tiempo suficiente para hablar con sus hijos acerca de los valores y las normas, y por qué estos son importantes.

 

5. Prevenga los problemas antes de que se produzcan. Según la psicología de la conducta, la mayoría de los problemas se producen como resultado de un estímulo o una señal específica. La comprensión y eliminación de dichas señales lo ayudarán a evitar situaciones que dan lugar a una mala conducta.

 

6. Cuando se viola una norma o un límite claramente establecido, en forma intencional o de otro modo, aplique de inmediato un castigo adecuado. Sea coherente y haga exactamente lo que dijo que haría.

 

7. Cuando un castigo es necesario, asegúrese de que guarde relación con la infracción a la regla o la mala conducta (que el castigo se ajuste al delito).

 

8. Siéntase cómodo con un conjunto de técnicas disciplinarias. Las que se recomiendan con mayor frecuencia incluyen:

 

A) Las reprimendas: es lo primero que deben hacer los padres, y se utiliza con suficiente frecuencia. Véase el capítulo 7 para un análisis sobre la forma de reprender a sus hijos para que su conducta cambie sin que desarrollen resentimiento hacia usted o una autoimagen negativa.

 

B) Las consecuencias naturales: esta estrategia se refiere a dejar que sus hijos experimenten las consecuencias lógicas de su mala conducta a fin de que perciban por qué una norma en particular es importante.

 

C) El rincón: tal vez la técnica disciplinaria mas comúnmente indicada. La medida del rincón consiste en ubicar a su hijo en un rincón neutro y poco estimulante durante un período breve (un minuto por cada año de la edad del niño). Esto también puede resultar efectivo cuando los niños se conducen mal en lugares públicos.

 

D) Quitar un privilegio: cuando los niños son demasiado grandes para ir al rincón, los padres suelen eliminar un privilegio. La televisión, el tiempo para jugar con el videojuego y el tiempo para utilizar el teléfono parecen funcionar bien. Evite quitar un privilegio que eliminaría al mismo tiempo una experiencia importante para el desarrollo de su hijo.

 

E) La sobrecorrección: esta técnica se recomienda a menudo para conseguir un cambio rápido en la conducta. Cuando su hijo se conduce mal, debe repetirla conducta correcta por lo menos diez veces o durante veinte minutos.

 

F) Un sistema de puntaje: para problemas crónicos, la mayoría de los psicólogos recomiendan un sistema en el que los niños ganan puntos por conductas positivas claramente definidas. Dichos puntos pueden aprovecharse para recompensas inmediatas o a largo plazo. Las malas conductas dan como resultados la resta de puntos.

 

 

 

EMOCIONES MORALES NEGATIVAS: LA VERGÜENZA Y LA CULPA

 

La vergüenza produce una impresión imborrable en los niños, mucho mas pronunciada que los incidentes que se relacionan con sentimientos positivos. Según las teorías de neuroanatomía, las emociones extremas causadas por la vergüenza ponen trabas a las formas normales en que el cerebro registra la información y almacena los recuerdos.

 

 

LA UTILIZACIÓN DE LA VERGÜENZA

 

¿Debería el hecho de avergonzar a nuestro hijo formar parte de nuestras prácticas normales de educación? ¿Pueden las emociones morales negativas ser introducidas en nuestra cultura para enfrentar nuestra crisis moral? La respuesta a estas dos preguntas sería “sí” en dos casos:

 

1. La vergüenza debería ser invocada cuando un niño no ha mostrado reacción emocional alguna después de haber hecho algo de lo que debería avergonzarse.

2. Debería considerarse la vergüenza como una estrategia legítima para el cambio de conducta cuando formas menos drásticas de disciplina han fracasado.

 

 

LA CULPA

 

Basada en pautas y expectativas internas más que en el hecho de ser “descubierta” por los demás, la culpa constituye realmente un motivador moral más poderoso y duradero que la vergüenza.

 

Muchos estudios sugieren que la culpa interpersonal, lo que realmente podríamos denominar la “conciencia”, es más efectiva para controlar las conductas de los niños que cualquier amenaza o temor externos.

 

 

LAS CAPACIDADES DE PENSAMIENTO DEL COEFICIENTE EMOCIONAL (CE).

 

  • Los seres humanos tienen la capacidad de inventar y controlar sus emociones simplemente a través del pensamiento.

  • El desarrollo de la neocorteza, (parte del cerebro que controla el lenguaje y el pensamiento lógico) nos permite tener pensamientos sobre nuestros sentimientos, y hasta modificar los sentimientos.

  • La porción pensante de nuestro cerebro puede impedir tanto problemas físicos como emocionales.

 

 

EL PENSAMIENTO REALISTA

 

  • La capacidad de los seres humanos para engañarse a sí mismos es casi ilimitada, lo cual hace que enseñarles a los niños el pensamiento orientado hacia la realidad ocupe un primer premio. Nuestro cerebro emocional parece tener la capacidad de vestirse con una armadura a fin de proteger sus deseos más fervientes del ataque del cerebro lógico

 

EL OPTIMISMO

 

  • El optimista cree que los acontecimientos positivos y felices se explican a través de cosas que son permanentes (seguirán ocurriendo en el tiempo) y generalizadas (seguirán ocurriendo en diferentes situaciones). El optimista también asume la responsabilidad adecuada para lograr que las cosas buenas sucedan. Si ocurre algo malo, lo considera como algo temporario y específico de esa situación, y se muestra realista si es él quien ha causado el acontecimiento negativo.

 

  • El pesimista piensa en términos opuestos: los acontecimientos buenos son temporarios, los acontecimientos malos son permanentes; los acontecimientos positivos son el resultado de la suerte o de circunstancias fortuitas, mientras que los acontecimientos negativos resultan más previsibles. El pesimista también se equivoca al asignar culpas. Tenderá o bien a culparse a sí mismo por todo lo malo que ocurre o a culpar a cualquier otra persona.

 

 

LA CAPACIDAD DE RESOLVER PROBLEMAS.

 

Ya en los primeros meses de vida nuestros hijos adquieren la capacidad de resolver problemas. Su crecimiento intelectual y emocional está impulsado por el proceso de resolución de problemas. Pero como las otras capacidades del CE, la capacidad de un niño para resolver problemas está íntimamente relacionada con la edad. No tenemos más que observar a un niño tratando de resolver un nuevo problema para apreciar la urgencia de desarrollo de los problemas inminentes:

 

 

• Una niña pasa horas tratando de meter el pulgar en la boca, a menudo cometiendo errores y pinchándose la nariz o la frente hasta que, al final, tiene éxito con satisfacción.

 

• Un niño de un año trabaja duro para equilibrar los tres bloques en una torre, sintiéndose al principio desconcertado, luego frustrado y al borde de las lágrimas.

 

Sin embargo, si los bloques son retirados, el niño tiene un berrinche.

 

• Un niño de tres años insiste en atarse sus propios zapatos, ignorando el hecho de que se encuentra en el medio del pasillo de una tienda, con compradores apurados que tuercen sus carritos a su alrededor para poder pasar. Se niega a distraerse de su tarea hasta poder dominarla y protestará de viva voz contra el padre que interfiere, aun si lo hace por su seguridad.

 

 

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